lunes, 19 de diciembre de 2011

Acudía a tu auxilio de forma inmediata. "Hola, qué tal?", tu sonrisa y perdí por goleada. Te apoderaste al instante de mi ocio; y al fin y al cabo, pude entender que hiciste negocioUna ráfaga de balas seductoras no lograban vulnerar una coraza idiota. Y con mi seguridad ya en la miseria,  fuimos por un café, juntos, los 3: Vos, yo y tu histeria. Sin mucho más que hablar, nos despedimos. Comprobé que ya era inútil extender ese partido.